miércoles, 13 de abril de 2011

 
aportaciones de algunos científicos a la radiofusión



Elisha Gray
(1835 - 1901) En 1867 registró su primera patente de un aparato perfeccionado de telegrafía, al que siguieron después unos setenta inventos más; el más famoso fue el telégrafo armónico o musical, basado en las vibraciones de los impulsos electromagnéticos. Trabajó de empleado en fábricas de telégrafos en Chicago y Cleveland, y en 1869 formó la compañía Gray & Barton que, en 1872, se convirtió en la Western Electric Manufacturing Company.
El 14 de febrero de 1876 presentó en la Oficina de Patentes un nuevo aparato, el teléfono, que transmitía la voz humana a través del hilo telegráfico, pero lo hizo dos horas después que Alexander G. Bell hiciera lo propio con otro aparato muy parecido; Gray reclamó entonces la paternidad del invento, aunque tras varios años de litigio Graham Bell fue ratificado como su legítimo inventor.

Alexander Graham Bell
(1847 –1922) Alexander trabajó en la idea de la transmisión del habla desde los 18 años; en 1874, mientras trabajaba con un telégrafo múltiple, desarrolló la idea de lo que sería el teléfono. Thomas Watson fue el colaborador de Graham Bell, el 10 de marzo de 1876 concluyeron sus experimentos y dieron a conocer su invento durante una demostración en la Exposición del Centenario en Filadelfia.
Bell tuvo que entrar en juicio por la patente del teléfono, ya que al mismo tiempo, Gray se presentó en el Registro con un dispositivo telefónico; sin embargo, Bell ganó. La expansión rápida por todo el mundo, de tan interesante transmisor de la palabra, dio renombre universal a Graham Bell.
Con la patente en sus manos, fundó la Compañía de Teléfonos Bell en 1877. Tres años después, Francia le otorgó el premio Volta (50 000 francos), por su invento; con dicho capital, fundó el Laboratorio Volta en Washington D.D., donde realizaría una serie de inventos junto con otros científicos, como el fotófono (aparato transmisor de sonidos por medio de rayos de luz); el audiómetro (medidor de la agudeza del oído); la balanza de inducción; el primer cilindro de cera para grabar sonidos.
A 126 años de la invención del teléfono por Graham Bell, surge nuevamente la polémica sobre la patente; incluso, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos reconocen como autor del invento al italiano Antonio Meucci, quien hasta su muerte estableció un juicio para obtener el reconocimiento otorgado por el mundo a Alexander Graham Bell.

Guglielmo Marconi
(1874-1937) Físico e inventor italiano a quien se atribuye el invento de la radio o telegrafía sin hilos. En 1895 descubrió que, colocando un generador de chispas de Hertz en lo alto de una varilla, el alcance de la recepción se podía aumentar a varios kilómetros. Construyó un pequeño aparato, cuyo alcance era de 2,5 km, que constaba de un emisor, un generador de chispas de Hertz y un receptor basado en el efecto descubierto por el ingeniero francés Édouard Branly en 1890.


HEINRICH RUDOLPH HERTZ
(1857 – 1894) En 1883 Hertz comenzó a interesarse en los estudios realizados diez años antes por el científico escocés James Clerk Maxwell acerca del electromagnetismo. Maxwell, basándose en ecuaciones matemáticas, intuyó la existencia de las ondas electromagnéticas, aunque nunca pudo comprobar si sus predicciones eran ciertas.

Por su parte Hertz, por medio de un oscilador elemental que él mismo había construido y apoyado en las investigaciones que realizaba en el laboratorio de Karlsruhe, pudo demostrar en la práctica que las predicciones de Maxwell eran ciertas y que las ondas electromagnéticas no sólo se propagaban a través del espacio, sino que poseían también propiedades de reflexión, difracción, refracción, polarización e interferencia. Incluso llegó a comprobar que se propagaban a la misma velocidad de la luz, es decir, a 300 mil kilómetros por segundo, descubriendo que tanto la luz como el calor constituían, igualmente, radiaciones electromagnéticas. Sin embargo, Hertz no llegó a imaginar en ningún momento la importancia que tendría en el futuro el resultado de sus investigaciones para las transmisiones inalámbricas, pues en ese momento no le encontró aplicación práctica a su descubrimiento.

En honor a Heindrich Rudolph Hertz, en 1933 se tomó internacionalmente el acuerdo de denominar oficialmente “hertz” (Hz) a la unidad de medida de la frecuencia de las ondas hertzianas, radiofrecuencia o altas frecuencias empleadas en las transmisiones inalámbricas.

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